¿Tendrá algo de científico la seducción? No me suele resultar complicado comprender la parte empírica de la realidad, esa zona de lo perceptible que se puede tomar, fragmentar y recomponer, y que está hecha de partes más sencillas que conforman un todo. Soy un personaje muy empírico, como me han dicho alguna vez. Lo malo es que gran parte de lo que nos rodea no es así; no es sometible a la formulación de hipótesis, a la experimentación, verificación y todas esas cosas que un profesor seguramente te enseñó alguna vez.
Un soltero empedernido siempre se pregunta si la seducción es una ciencia o un arte. Hay algunos intentos de abordar de una manera científica este conjunto de juegos y estrategias, con resultados, pienso, muy pobres. Nunca he asistido a los cursos sobre técnicas de seducción, ahora tan de moda (he visto muchos este año, anunciados en cabinas telefónicas de mi ciudad). Tampoco he leído libros sobre el asunto, aunque ojeando la red he encontrado que un tal Óscar Garrido escribió uno que se llama La ciencia de la seducción. El prólogo es muy de Teletienda a las 5 de la mañana: “El libro cubre todas las posibles situaciones con las que puedes tener que enfrentarte al seducir a una mujer, y te muestra exactamente qué HACER y qué DECIR para salir vencedor de cada una de ellas”. Y una mierda, es lo que pienso yo. Si lo has leído, postéame tu opinión ahí debajo.
A pesar de mi habitual escepticismo (en todas las facetas), a veces me pregunto: ¿hay alguna conversación tipo para abrir el canal de comunicación con la otra persona?; ¿a alguien le ha funcionado alguna vez el sencillo: “hola, ¿cómo te llamas?”.
En veintiocho años no he logrado aproximarme a un método de seducción. Las experiencias que recuerdo son todas muy dispares, en escenarios diferentes y con estrategias a veces opuestas. La más fresca en mi memoria fue un tanto absurda: una chica se aproxima y hace un par de comentarios sobre una chaqueta que iba a colgar a nuestro lado, comentarios que entiendo mal (eso lo sabría días más tarde) e interpreto como un intento de acercamiento. Extrañado porque una chica tomara la iniciativa conmigo (o con el de al lado), y temeroso ante la posibilidad de que mi colega tuviese más reflejos, me levanté y me acerqué a ella. Animado por las cervezas de más, comencé con el gastado recurso del “¿cómo te llamas?” y la también manida invitación a una copa (cerveza, otra más). Quince minutos y un par de bares después, el pescado estaba vendido y yo sin acabar de creérmelo.
Ciencia o arte, una cosa esta clara: los guapos ligan más, los altos ligan más, los guiris ligan más y “valen más unos buenos grelos que unas buenas ideas” (la frase no es mía; la tomo prestada del que me acompañaba aquella noche de las chaquetas y las cervezas).
5 comentarios:
Jiji, tema jugoso y divertido donde los haya, pertieme pues aportar mi perspectiva dogmatica de robota estrogenada. Creo que por regla general, los XY andais mucho mas lentos de reflejos en cuanto artes seductoras e interpretacion de mensajes no verbales. Lo cierto es que no creo en las formulas prefabricadas ni en trucos magicos para abordar a otra persona. A decir verdad, y como tu mismo dejas entrever, poco importa lo que se dice para romper el hielo cuando ya hay una predisposicion hacia la otra persona. El principal problema que identifico en el genero masculino es la poca capacidad de identificar esa predisposicion en la otra persona [Pistas: las miradas, su intensidad y frecuencia, son un comienzo, el lenguaje corporal, el baile, la proximidad, los tanteos no verbales...hay miles!] o para poder gestionar ese interes sin cagarla con algun comentario demasiado inoportuno. Afortunadamente, el ganado es variado y hay para todo, asi que tanto las convenciones como la ruptura radical de las mismas pueden ser claves de exito al abordar a alguien, la cuestion es acertar con la estrategia segun la "victima" elegida. Y se que suena a topicazo, pero la naturalidad ayuda toneladas. A no ser que se sea un Don Juan (o "Donha Juana") en potencia, es mejor evitar las interpretaciones topicas, se huelen a kilometros.
Como robota noctambula que soy (bueno, aqui no tanto), la observacion de la fauna humana es una de mis pasiones, asi que podria pasarme horas hablando de esto. Perdon por la longitud excesiva del comentario, prometo mas moderacion la proxima vez ^^U
Es cierto que las interpretaciones tópicas se huelen a kilómetros, Arale, pero como tú has dicho, poco importa lo que digas si ya hay predisposición hacia la otra persona. Por eso a veces uso las interpretaciones tópicas, ahorran tiempo y esfuerzo porque son muy descaradas. Respecto a lo de la torpeza de los varones para identificar los "signos", me confieso un completo analfabeto del lenguaje corporal... siempre me equivoco. En fin, espero tener años para aprenderlo.
Consultorio omnisciente:
Mi querido amigo, gracias por compartir tu caso con nosotros.
Tal vez a esa vampira no le apetecía cazar aquella noche, pero dado que la gula es uno de sus pecados capitales, no pudo rechazar tan suculento manjar. La presa asumió un destino que no era el suyo y se entregó a las garras de la predadora. El cocktail de seducción que mejor sabe consta de una buena dosis de simpatía, un toque de timidez y una pizca de chulería. Por desgracia en la mayoría de los casos hay o poca simpatía, o mucha timidez o demasiada chulería. En la horca de la seducción la última palabra la tiene el reo, no el verdugo.
Seducir a alguien no es complicado, mantenerlo a tu lado sí, y esa es la verdadera conquista.
Anónimo: Qué comentarios tan certeros, se agradece un poco de omnisciencia aunque sólo sea posible en las novelas y, por lo que veo, en internete.
Lo más complicado de tu comment en establecer quién es el reo y quién el verdugo, pues creo que en este caso los papeles eran intercambiables según el momento analizado. Curiosa la vampira que asume su papel de víctima; puede valer para un buen relato.
PD: A ver si un día nos conocemos.
No asume el papel de víctima... simplemente acepta a una víctima que no tenía intenciones de cazar.
Nos conoceremos una noche de estas y saciarás mi sed, vigila tu alma.
Ñam!
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