jueves, 1 de mayo de 2008

La promiscuidad, enemiga de la natalidad


Estaba yo metido en la hemeroteca, rebuscando entre cajones polvorientos algo sobre la concentración racista de los vecinos de La Montañeta en 2006, cuando encontré una noticia tan disparatada como divertida. 30 de mayo de 2006, en La Opinión de Tenerife, aunque aquí transcribo el texto de Abc de la misma noticia, pues no he podido hallarla en la versión digital de La Opinión. Dice así:

El turismo en los tiempos de la infertilidad

No hay «causas endémicas» para la infertilidad en Canarias, pero Ali Mashlab, del Instituto Canario de Infertilidad, cree que la «demasiada alegría sexual» en el Archipiélago tras la explosión del turismo podrían ser una explicación.

Casi dos de cada diez canarios y canarias en edad fértil tienen algún problema para engendrar un niño. Según los expertos, las causas de la infertilidad están bastantes compartidas, ya que en el 40 por ciento de los casos ésta se debe a un problema de la mujer, otro 40 al hombre, y en un 20 por ciento de los casos se debe a problemas conjuntos. Los expertos niegan las «causas endémicas», pero sí que apuntan a la mayor incidencia de la diabetes juvenil o, incluso, la promiscuidad sexual durante la explosión del turismo, como posibles causas.

Que me lo expliquen. El texto de La Opinión era bastante similar, y no explicaba la disparatada conexión entre promiscuidad e infertilidad. Yo pensaba que la promiscuidad era una aliada de la natalidad, sobre todo a edades tempranas: adolescentes recalentados al sol de agosto, con la sesera sancochada, que se ponen a repartir amor por doquier sin las más elementales precauciones. Pero no, resulta que la promiscuidad causa infertilidad.

Además, siempre me ha molestado mucho esa asociación automática que tienen muchos peninsulares entre Canarias y paraíso sexual. Qué carajo es eso de que en Canarias hay mucha promiscuidad por el turismo. He vivido en Galicia, Asturias y Cataluña, y no he notado mucha diferencia en las costumbres sexuales de la gente. Si me apuran, dirían que los peninsulares son más liberales. Además, que los turistas copulan entre ellos, eso lo sabe todo el mundo: discotequita del hotel con barra libre y la irlandesa se enrolla con el holandés de turno que está un martes a las cuatro de la mañana sin nada mejor que hacer. El canario que podría haberse liado con ella estará durmiendo para levantarse a las seis y media a currar o estudiando para algún examen que le ha quedado.

Volviendo a la infertilidad, he estado dándole vueltas al asunto estos días. Incluso le he preguntado a una compañera de trabajo, que tampoco es médica, pero yoquesé, es sanitaria como yo. Entre risas me dijo que a lo mejor si gastas los espermatozoides con cualquiera, cuando te pones en serio al asunto de la procreación, resulta que ya no te quedan balas en la recámara. Tan graciosa como disparatada la teoría.

La noticia me recordó a las encíclicas del papa y a los curas y maestros franquistas que llenaban las cabezas huecas de los adolescentes con miedos a todo lo que pudiera ocasionar placer. El antihedonismo religioso que tanto repelús me da: "Las pajas son malas, te perforan el cerebro [quién lo hubiese dicho, al final era la carne de vaca]"; "La fornicación, pecado mortal, sólo el misionero, con tu mujer y sin condón".

Que alguien me saque de la ignorancia. Seguro que hay alguna relación promiscuidad-infertilidad además de las que he escrito aquí arriba. Agradezco sus posts. Y... ya saben, cuidado con andar por ahí con muchas/os, que luego se me quedan todos estériles.