lunes, 15 de octubre de 2007

Y volvieron del Japón...


Ante mi crisis creativa (que se ha acabado hoy, por cierto, qué ganas de escribir y qué poco tiempo... Cuba allá voy) y por la promesa hecha a los dos viajeros, cuelgo aquí la primera parte del viaje a Japón que hicieron Alex, Shaila y un tercero que no conozco. Alejandrito, para el próximo post enróllate y manda una foto, que esta la he cortapegado del Google. Un abrazo a todos.

Japón Septiembre-Octubre 2007

¡Por fin me había decidido! El viaje a Japón, fuera como fuera, sería este año. Tras contactar con Portaljapon.com inicié las gestiones para el viaje (billetes de avión, pasaportes, etc.). Respecto a portaljapon.com diré que funciona, pero para alguien como yo da muchos dolores de cabeza (todo sale al final bien pero sufres con el errático flujo de información). Así que, aunque no lo desaconsejo, me permito decir que con el billete en la mano (yo lo compré en edreams.com) y la Lonely Planet en la otra (y a la espalda lo justo de ropa porque no es difícil encontrar lavanderías o lavadoras y secadoras en los hoteles pequeños y en los puestillos callejeros la ropa esta a precios razonables).

Respecto al viaje en si mismo, preparaos para 12 horas de vuelo (la ida se hace más tolerable que la vuelta) más las horas que toquen de aeropuertos y tránsitos previos. Eso sí, los aviones de JAL son bastante cómodos, bien equipados y bien atendidos (pantalla personal con películas, música, videojuegos, etc.; teléfono satélite individual, reposapiés, reposcabezas regulable en altura y con aletas para "fijar" la cabeza, gran compartimento para equipaje de mano, enchufe multiformato, etc.).

Respecto al país en si mismo, lo resumiré en una larga (que contrasentido) ristra de adjetivos: limpio, señalizado, educado, lógico, puntual, accesible, amable, moderno, tradicional, muy friki, equipado, económico (o al menos no es caro), práctico, occidental...

El viaje en sí:

Bueno, vía aeropuerto de Narita y mediante el Skyliner (de las líneas Kensei), llegamos a Tokyo, no sin antes haber activado el Japan Railways Pass y equivocarnos y coger el tren ultrarrápido (que era más caro) en vez del Express (habíamos pagado por el Express: 20 minutos de diferencia en cuanto a duración, si no recuerdo mal). Al entrar nos metimos en el vagón de fumadores, con lo que rápidamente nos pasamos a otros asientos (ah, ¡gran error!; asientos reservados) que tuvimos que pagar cuando una amable señora (que había estado en España de vacaciones y chapurreaba inglés) nos explicó lo que pasaba y llamo al revisor para que nos cobrara. ¡Ah!, otro adjetivo: honrados.

Una vez en la estación de Ueno y con cara de "dónde coño estará el hotel", usamos el recurso de "la chica es siempre menos amenazante" y conseguimos que una amable japonesa nos llevara hasta el mismo hotel (vivía muy cerca) no sin antes encontrarnos con su madre.

El Hotel Edoya, lo considero recomendable (limpio, bien equipado, algo desorganizado, razonable en el precio, etc) y era nuestra base de operaciones. Dimos una vuelta rápida de reconocimiento tras un buen baño y al sobre porque al día siguiente nos íbamos a Nikko. La verdad es que no cuesta nada acostumbrarse a los futones (las almohadas de cascarilla de ... ¿arroz? si que son algo más... duras y altas, lo que hace algo más sufrida esa parte).

Nikko: Salimos temprano, desayunamos por la calle (yo probé los triangulos de arroz, algas y pescado) y a la hora exacta, el centro de visitantes de las líneas Tobu abrió, canjeamos nuestra reserva (y fue entonces cuando se hizo efectivo el cobro de la reserva) y salimos a la estación (un amable japonés nos saco una foto de equipo).

Pues nada, rumbo a Nikko mediante un tren nada moderno y que pasaba por zonas agrícolas y semiindustriales (hay que ver la cantidad de cementerios que hay por todos lados). Llegamos y fue muy fácil encontrar la guagua (incluida en el bono que reservamos de tren+guagua), que nos llevaría hasta el teleférico que nos permitiría tener buena perspectiva de la cascada Kegon y otras maravillas naturales. La guagua estaba muy bien preparada para el turista (mensajes de texto en chino, japonés, koreano e inglés) y una cosa graciosa: ¡tenían asientos abatibles en el pasillo.

Bueno, sigo más tarde

domingo, 14 de octubre de 2007

Trinidad, de nuevo


Ante la imposibilidad de administrar mi blog desde el Caribe, me resigno a escribir un par de letras. Dice Bush que si echan a Fidel les pondrá ADSL a todos, pero no ha especificado si será banda ancha o seguirán con el módem...

Estoy en Trinidad, en una arruga del tiempo que me ha colocado el mismo parásito en el estómago, y me quedo en la misma casa que aquella vez en la que casi no lo cuento. Los antibióticos me permiten llevar la diarrea relativamente bien, dentro de lo que cabe.

Estoy empezando a moverme ahora, en realidad, ya que desde el 17 he estado en Ciudad Habana con una pequeña excursión de dos días a Soroa, un sitio de cascadas, orquidarios y demás cosillas.

Espero recuperarme mañana para montar a caballo el domingo. Pienso mucho en los pobres españoles que alistaban a finales del XIX por la fuerza, mayoritariamente pobres, para venir aquí a luchar contra los mambises, sin antibióticos ni hoteles. Pobrecillos, una ameba sin ciprofloxacino debe de ser espantosa.

Bueno, les dejo, contándoles muy poco por falta de ganas y espacio. Intenaré llegar a Santiago, con cuidado de no seguir los pasos de mi amigo Fabio (que el otro día vi en Habana y al que perdí la pista porque se me rompió el celular). Mi colega italiano se ha casado con ¡dos! cubanas (es en serio, pero no a la vez, sino en el período de tres meses) y anda medio perdido por esta descomunal isla. Un abrazo, y salud para todos, especialmente para mí...

miércoles, 3 de octubre de 2007

Incomunicando


―Eso ya te lo he dicho antes ―me espetó.

“Se creerá que escucho todas las gilipolleces que suelta por la boca”, me dije.

―Pues no, salir de un hotel a las cuatro de la tarde empapado en sudor no es tan extraño, sobre todo en pleno agosto ―agregué con ironía―. Además, lo que haga yo o deje de hacer por La Laguna es mi problema... ni que estuviéramos casados.

―Yo no lo veo tan normal, sobre todo cuando me dices que no me verás por la tarde porque tienes que ir a ver a tu vieja al norte. Y, qué casualidad, medio minuto después que tú sale esa de la que siempre dices que “sólo hay una vieja amistad” ―me respondió.

Me sentí agotado, física y mentalmente. Una tarde perdida entre buscar aparcamiento, sacar dinero, hacer cola en el hotel y pelearme por la mejor habitación para darle una sorpresa en su puto cumpleaños... Y encima tenía que aguantar esta mierda. A ver quién le explicaba que Sonia trabajaba en la recepción los viernes por la tarde y me haría mejor precio para el fin de semana. “Que se joda, por desconfiada”, pensé.

―Fui al hotel porque me apetecía verlo por dentro, y ella no sé qué hacía allí. No voy preguntándole a la gente por qué va a cada sitio. Además, es la segunda vez que te pregunto que qué coño hacías allí tú ¿Me persigues todos los días o sólo ocasionalmente?

―Ya te lo he dicho. Que te follen ―gritó―. Que te follen bien follado.

―Sí, espero que alguien me joda bien alguna vez.

―No creo, con esa polla de palichoc nunca vas a disfrutar de un buen polvo.

―Fuera de mi vida, maldita zorra.

―Cerdo ―chilló llorando―.

Y desapareció para siempre.

―¿Y tú qué coño hacías en el hotel a esa hora?; ¿no tenías que ir al dentista? ―repuso enfadado.

―Eso ya te lo he dicho antes ―le espeté.

“Este cerdo me la juega y luego me somete a un interrogatorio”, pensé. No iba a decirle cómo me había enterado de lo de su zorrita particular en el Aguere. Jugaría con ventaja, sabiéndolo todo y poniéndolo contra las cuerdas.

―Pues no, salir de un hotel a las cuatro de la tarde empapado en sudor no es tan extraño, sobre todo en pleno agosto ―agregué con ironía―. Además, lo que haga yo o deje de hacer por La Laguna es mi problema... ni que estuviéramos casados ―agregó.

―Yo no lo veo tan normal, sobre todo cuando me dices que no me verás por la tarde porque tienes que ir a ver a tu vieja al norte. Y, quá casualidad, medio minuto después que tú sale esa de la que siempre dices que “sólo hay una vieja amistad” ―añadí con sorna.

No sólo se la follaba, sino que además le pagaba. Ventajas que tiene curiosear en el móvil de tu novio... El día antes le había visto un sms de Sonia que decía: “Vente al Hotel Aguere esta tarde. Te haré un precio excepcional. Intentaré conseguir la suite”. Y ahora estaba a la defensiva ante lo evidente.

―Fui al hotel porque me apetecía verlo por dentro, y ella no sé qué hacía allí. No voy preguntándole a la gente por qué va a cada sitio. Además, es la segunda vez que te pregunto que qué coño hacías allí tú ¿Me persigues todos los días o sólo ocasionalmente?

―Ya te lo he dicho. Que te follen ―grité―. Que te follen bien follado.

―Sí, espero que alguien me joda bien alguna vez

―No creo, con esa polla de palichoc nunca vas a disfrutar de un buen polvo ―respondí.

―Fuera de mi vida, maldita zorra.

―Cerdo ―grité gimiendo―.

Y desaparecí para siempre.