El próximo mes tomaré un par de vuelos que me llevarán a La Habana pasando por Madrid. La Habana, sí, capital de Cuba, ex colonia española, cuna del ron, los puros habanos, el azúcar, tierra de inmigrantes hasta hace no tanto, último reducto comunista...
He estado escudriñando la red (www) durante toda la semana pasada en busca de blogs y otros sitios web que hablaran de Cuba en general y del turismo por la isla en particular. Resulta curioso leer las opiniones de los viajeros europeos acerca de Cuba, de su gente, de su gastronomía, de la política... Suelen ser improvisados etnógrafos, un tanto cegados por el etnocentrismo que nos caracteriza a los “primermundistas”, con distintas versiones sobre su experiencia en la mayor de las Antillas.
Si hacen ustedes mismos la búsqueda, comprobarán que la mayoría de las opiniones se pueden englobar en dos categorías: los críticos furibundos y los defensores acérrimos. Lo gracioso es que todo suele ser blanco o negro; a los que les gusta la isla, les gusta su comida, su gente, su música, Fidel Castro, las playas, el ron, la policía, los jineteros... mientras que el otro grupo de opinadores lo ve todo justo al revés.
El viaje lo haré en solitario. Será el segundo viaje en solitario de mi vida. El primero fue a Irlanda, y no guardo un mal recuerdo de él; al contrario... conocí a más gente que en ningún viaje anterior, aunque recuerdo algunos momentos de soledad. Claro que no es lo mismo un país anglosajón (que me perdonen los irlandeses por meterlos en este saco) que un país latino.
Hay dos cosas que me turban un poco, en realidad tres, pero una es poco literaria como para escribirla aquí. Se trata de los huracanes (siclones, en Cuba) y los divertículos. Abriendo aquí un inciso que viene a cuento, relataré mi primer (y espero que último) siclón en Trinidad; ciudad turística de la zona cenntral de la isla, y Patrimonio de la Humanidad. En medio de un día soleado, con el bochorno típico del verano cubano (humedad del 100%, 30 grados y todos los lugareños tirados literalmente en el suelo de la casa), oímos a una anciana decir que venía siclón. A mi me hizo gracia, no tanto a mis compañeros de viaje, que tenían que volver a Tenerife dos días después. Recuerdo haberle dicho a uno de ellos: “Bah, no te preocupes, debe de ser una palabra de aquí, que significará lluvia, lo contrario de anticiclón”. Lo que nos pasó por encima no fue sólo agua, sino un huracán fuerza 4-5 en la escala de Saffir-Simpson (en cristiano, un viento de cojones que se llevó muchas casas por delante). Era el huracán Dennis, que dejó diez muertos.
Como decía antes, me dan un poco de ansiedad los huracanes y los divertículos. El huracán Fidel, como decían algunos por allí, y los divertículos atmosféricos. Ah, no, perdón, los divertículos de Fidel y los huracanes como el Dennis. Hay muchas combinaciones posibles entre estas dos variables; la que yo deseo es que los divertículos de Castro no me den un susto mientras esté allí y que el ciclón, de haberlo, pase por el sur y arrase las plantaciones de marihuana de los jamaicanos. Pobrecillos; mejor sería que fuese más al norte y que abortase una posible invasión de los cubanos de Miami, coincidiendo con el estallido de los divertículos de Castro. La peor de las combinaciones sería que el ciclón pasara por La Habana y provocara, además de los destrozos, el estallido de los divertículos y la llegada masiva de los de maiami, aprovechando el río revuelto.
En fin, ya les iré contando.
3 comentarios:
Curiosa la memoria como el maquillaje en su justa media. Mejora la imagen del recuerdo. No sé si recuerdas que con el Dennis pasaste la noche en un hospital donde te dejé al borde del desmayo, deshidratado. Tampoco recuerdas que junto a tres inglesas y dos finlandeses, éramos los únicos extranjeros en el pueblo. Ni que todos los turistas habían sido evacuados y que nos quedamos para no dejarte colgado porque no sabíamos qué iba a pasar contigo. Curioso maquillaje el de la memoria.
Cierto, cierto. Lo recuerdo como si fuese hoy, especialmente los vómitos en escopetazo y la diarrea constante asociada a retortijones y unas ganas de morirme que nunca había experimentado. Pero era un poco escabroso para el post. Menos mal que el tercero en discordia no perdió el avión para Tenerife...
Ja, ja... en realidad no lo perdí, no tenía el billete comprado como yo creía.
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