viernes, 31 de octubre de 2008

La culpa es ¿de los padres?

La culpa, de H&M

Una amiga a la que no citaré (hazlo tú misma si te apetece en los comments) me manda esta imagen, que pone en cuestión la célebre frase del candidato Paíño (Santiago Segura) en Airbag: "La culpa es de los padres, que las visten como putas". La afirmación, reutilizada más adelante por el obispo de Tenerife, queda en entredicho al ver esta foto. Quizá la culpa sea de la cadena de ropa H&M. Aunque quizá Paíño y algún otro se referían a una franja de edad inferior, vete a saber.

Lo más curioso es que no se trata de un montaje, como pensaría cualquiera, ya que la propia cadena H&M tuvo que dar explicaciones de la foto, que se publicó en La Vanguardia.

A quien le gustaban más crecidas era a Helmut Newton, que para nada quiero comparar con los personajes recién mencionados a pesar de hablar de él a continuación. Newton, fallecido hace unos 4 años, es uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX, y se encuentra de "visita" en Madrid hasta el 27 de noviembre. Nació en el Berlín de los años 20, judío, por lo que no es difícil imaginar la razón que le llevó a exiliarse muy joven en Singapur, desde donde fue deportado a Australia y alistado al ejército de ese país hasta el fin de la II Guerra Mundial.

Newton conoció el éxito en otras ciudades, después de los años de guerra: París, Londres y Nueva York, fundamentalmente. Aunque cultivó muchos géneros, hoy les pongo imágenes de retrato femenino, que llegó a obsesionarle. A pesar de la calidad de sus trabajos, podríamos decir que jugaba con ventaja al contar con una materia prima excelente. No les aburro más y juzguen ustedes mismos.


Generación X

Nos gusta mirar atrás para recordar de dónde venimos

Ahora que se empieza a hablar de la Generación Y, Generación Google o como quieran llamarla, quiero rendir homenaje ¿post mórtem? a mi generación, antes de que sea tan tarde que ni siquiera recordemos lo que significó la Generación X. Al margen de las tonterías tipo JASP (recordad el célebre anuncio de un coche en el que salía un estúpido joven aunque sobradamente preparado), creo que lo mejor de mi generación fue el cambio y cómo nos adaptamos a él.

No estoy de acuerdo con los que dicen que hemos sido una generación que lo ha tenido todo. Hemos sido, eso sí, la generación que lo ha visto todo. Parte de mi infancia fue "de barrio", como la que sale en Verano Azul o en Cuéntame: jugué en la tierra con los boliches (canicas cuando me fui a la península), perseguí gallinas en el corral del vecino, construí una caseta con maderas cerca de la casa de mis abuelos y jugué al cluedo con mis compañeros de calle. Luego crecí y empezaron a gustarme los juegos con interacción femenina: "beso, verdad, consecuencia" o la versión reducida, "beso", con una botella que giraba en los pisos bajos de un orensano centro comercial. Muchos de los Y no han tenido algún contacto con la tierra, las gallinas o los vecinos, y se han convertido en niños de habitación, consecuencia del pánico de sus padres a las ciudades en las que viven... se han socializado a través del messenger.

De pequeño recuerdo la tele en blanco y negro en casa de mis abuelos, o la tele en color en la de mi madre, pero siempre sin mando a distancia y sin vídeo. Usamos el teléfono fijo muchos años, pero vivimos la fiebre del móvil, los más afortunados gozaron del VHS y ahora lo hacen con el Blue Ray, llevábamos el walkman y ahora el mp4, nos movimos en guaguas con revisor y ahora en tranvías donde puedes decidir si pagas o no, vivimos la llegada del MSX, el Comodore o la Nintendo 8 bits como una auténtica revolución... y hemos llegado al Pentium con su execrable Vista y a la Play Station 3, aunque algunos de nosotros dejamos de comprender y usar los videojuegos con la Play 1.

No sé si a todos mis coetáneos les sucederá, pero me cuesta tener convicciones absolutas, dogmas e incluso fe en las cosas, quizá como consecuencia de tantos cambios que nos han enseñado que lo diferente y lo nuevo, también lo desconocido, puede ser mejor que lo familiar o lo tradicional. Creo que estamos más abiertos al cambio, que es algo positivo, pero a la vez nos puede faltar la convicción y las certezas que algunas veces ayudan. La obcecación puede ser buena compañera para conseguir ciertas cosas, y puede que a los X nos falta un punto de confianza para hacer lo que queremos. Pero en realidad, y a riesgo de parecer soberbio, tenemos la capacidad de ser un puente generacional y un instrumento para mejorar el presente. Estamos libres de la rigidez o el anquilosamiento de la generación anterior (llamémosla W) pero mantenemos muchos de sus principios o de su experiencia, siendo la última generación que de manera general mantiene la capacidad para retrasar las recompensas, es decir, de renunciar al placer inmediato y tolerar el sacrificio útil.

En fin, Aran me diría que parezco un abuelo.

martes, 28 de octubre de 2008

6.150


Va por ti, Moi. Porque 6.150 son los metros del Stok Khangri, la cumbre más alta del macizo de Zanskar, al sur de Leh, India, que te has subido sin inmutarte (no me pidas derechos de autor por la foto, que sabes que ahora mismo no estoy para aflojar pasta). Moi es el hombre de las hazañas silenciosas: nunca has presumido de cosas como ésta, así que aquí estoy yo para presumir de ti, uno de los pocos amigos en los que confiaría sin fisuras para cualquier cosa.

El Moi es capaz de hacerse la transpirenaica solo. Dormir tirado en Pirineos, en una casa abandonada, sin más compañía que el cansancio de 12 horas de caminata que te hace delirar y oír pasos en el piso de arriba. ¿O sería algo más que un producto del cansancio? También en Gran Canaria tienes historias apasionantes sobre pateos, con experiencias ikercasillanas que me hacen temblar de miedo por dos razones: jamás mientes y tienes la mente más analítico-metódica que haya visto.

Toda persona que te haya conocido te tiene, como mínimo, aprecio. Incluso Dani el de Oviedo, a pesar de la faena de la deshidratación. Seguro que recuerdas, Dani... dos días por Gran Canaria, hasta llegar a la Aldea de San Nicolás, el punto más remoto de la isla, que hasta hace no tantos decenios no tenía ni carretera. Al segundo día de pateo, a pleno sol, sin agua desde el día anterior, sin tener clara la ruta, tirados en un barranco por el que ya no corría el agua, a punto de beber de un río verde estancado... Dani tiró la toalla, aunque no había muchas maneras de tirar la toalla en medio de aquello. Ahí estaba Moi, con su brújula encefálica. Creo que si lo dejáramos tirado en un punto aleatorio de la Selva Amazónica, llegaría hasta Manaos mirando el musgo de las rocas y la orientación del sol. La cosa es que nos sacó de aquella, siempre con la peculiaridad de su carácter: "Casi seguro que es por aquí", le dijo a un Dani que lo menos que necesitaba en ese momento eran dudas.

Tantas experiencias juntos... Compañero de esquí en Italia y en Huesca, el ciclocamino de Santiago, freganchín en Irlanda, compañero de piso en La Herradura (como odiábamos a los perros del vecino y los gritos del demente), el año en el San Fernando... Hasta alguna novia hemos compartido (en momentos diferentes, nada de tríos, ¿eh?).

6.150 son tambien los días que hace que no escribo en el blog. 6.150 días sin encontrar la motivación para colgar un post. Siento si alguno ha pinchado el enlace y se ha visto mil veces la foto de la parejita y el filetazo. 6.150 veces he sentido ganas de coger la maleta y alejarme de todo, y 6.150 veces me ha faltado el valor para hacerlo.

Les dejo el anuncio de Whassup, 8 años después, que refleja la desmotivación de un país (que no es el nuestro pero podría serlo) y la esperanza del cambio. Lo he visto 6.150 veces y me parece cojonudo.