Tengo un coche nuevo. Es del año 1999 (no como el de la foto), pero para mí es nuevo. Y es que lo acabo de comprar. Ya tiene cosas de viejo. Como les pasa a algunas personas, que se van avejentando siendo aún jóvenes. Tiende a írseme a la derecha, cosa que pasa con los años. Yo le tiro para la izquierda, pero él sigue erre que erre. No le gusta correr, y a más de 100 se lamenta profundamente. También me pierde algo de aceite, aunque creo que eso no es exclusivo de los viejos.
Recuerdo con nostalgia al difunto Golf. Ése si que era un señor coche. Éste es joven, inexperto, y yo lo veo aún plano, inerte; no despierta en mí simpatía u odio, nada en absoluto. Le faltan experiencias que le den algo de personalidad. Ninguna mujer me lo ha estrenado aún, así que no he podido decir lo de “ése no es el pito que debes tocar” u otras cosas que nos cantaban Los Inhumanos. Tampoco lo he rozado o abollado, así que ninguno de los accidentes de su gris chapa me dice nada.
La Guardia Civil no me ha parado con él. Tampoco me han multado por aparcarlo mal. Ninguna ex novia resentida me lo ha rayado. No me ha dejado tirado en medio de la autopista, ni ha atropellado a ningún animal. Démosle, no obstante, una oportunidad.
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